Amanece en la aldea
guardan los grillos sus violines ,
entre las flores del ciruelo
un jilguero agita su plumaje,
allá a lo lejos,
detrás de la protectora trinchera de álamos
parece que el averno está abriendo lentamente sus puertas;
un par de nubes distraídas que daban un nocturno paseo por el monte de durazneros
son sorprendidas por los arreboles de las primeras llamaradas.
Mas abajo,
donde llega el entramado tejido de cunetas
la aldea se despereza,
en la torre de la pequeña capilla
el bronce ha llamado al ángelus
cabeza gacha, rodilla en tierra
los aldeanos piden a la carrodilla
que proteja un día mas a los viñedos.
En la viña
los demonios del vino juegan entre las hileras
dejando su toque de risa y lágrimas en los racimos
que en poco tiempo darán su jugo a los lagares
y en las piletas fermentará el néctar.
Canta un gallo
pálidas luces,
el yute se moja con el rocío
la anchada abre paso al agua
un silbido de tonadas en los labios
manos de barro,corazón de fuego
amanece la aldea.
Escritor: JORGE LOYOLA |
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